sábado, 12 de diciembre de 2009

¿¿Osteopatía??

Cientos de veces he dicho de esta agua no beberé, pero cuando la sed se hace intolerable, no queda otra. He aquí probando una nueva forma de medicina alternativa / complementaria / míshtica.
Hoy fue el turno de la osteopatía. Siempre he sentido que mis dolores de cabeza están relacionados con mi cuello y mis hombros. Sí, ya me he hecho todos los exámenes, y no, no hay nada raro. Pero el tiempo me ha convertido en escéptica frente a todo tipo de ciencia, especialmente la médica, que por experiencia propia, sé que de científica tiene muy poco. Ya lo dice mi padre, médico por cierto, quien se considera a sí mismo un chamán que presta consuelo mientras la naturaleza se encarga de hacer lo suyo.
Así que partí, sin mucha fe, aunque la suficiente como para darle una nueva oportunidad a estos rituales.
Linda la terapueta. Amorosa, me preguntó mil cosas, y bueno, la verdad es que ya me estoy hartando un poco de andar contando la misma historia una y otra vez.
Me subí a la camilla y empezó el cuento. Ella hablaba con mis meridianos (whatever that means) y al parecer éstos le respondían. ¿Qué decían de mí? Ni idea.
Es algo bien parecido al reiki, pero al menos acá no había un tipo tocándome el poto algo que, digámoslo, me pone nerviosa po.
El asunto duró como 2 horas, y claro, 2/3 del tiempo estuve chachareando yo. Supongo que está bien. Es mejor que andar dándole la lata a mis amigos. Acá al menos estoy pagando, así que siento menos culpa.
Finalmente me dio unas gotitas florales (ya he probado, pero a lo mejor ahora sí funciona, as if!) y quedamos de vernos el lunes. Dijo que pensaba que esto iba a ser corto.
Dios, el cosmos, o alá la escuchen.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Ayúdame Freud

Partí la semana en el infierno. El lunes fue el día más horroroso del que tenga recuerdos en mucho tiempo. A las 4 AM se hizo presente. Ella. La jaqueca. Doña Jaqueca. Pensé que mejor le daba un rato, que durmiendo se me quitaría, pero no. Cuando ella quiere hacerse sentir, no hay mucho que yo pueda hacer. Ya a las 7 AM me tomé el que pensé sería el primer migranol del día. Me desperté de nuevo a las 8 y ella seguía. Y estaba manifestándose de una manera casi rabiosa. Tenía asco, dolor de guata, arcadas, uff. A las 10:30 tenía hora con la psicológa y me sentía tan como la mierda que no me decidía a levantarme. Sabía que tenía que hacerlo, me tocaba cierre y tenía que adelantar dos más para el martes. Finalmente me levanté y por primera vez en un año no pude tomarme los remedios de la mañana (son como 5, entre alópatas y alternativos). Era algo más fuerte que yo. Sé que cuando no me los tomo me voy a la mierda, pero estaba en un punto tan bajo que, francamente, no podía ser peor. Sentía asco. No quería volver a tragar algo nunca más en mi vida. Era una repulsión que iba mucho más allá del dolor de guata que sentía. Franco rechazo. En la ducha empezaron los primeros vómitos de la jornada.
Llegué no sé cómo a la consulta y nada. No sólo me sentía mal físicamente sino que andaba híper sensible. Me lo lloré todo. Puras tonteras, obviamente. Partí al diario y me quería borrar por completo. Pero no podía. Es que claro, mi trabajo es exquisito porque no tiene horarios y puedo manejar mis tiempos más o menos a mi pinta. Pero cuando tienes que cerrar, tienes que cerrar. Y ese maldito lunes no podía hacer nada. Ni siquiera las cosas que me gustan. No tomé café, ni fumé, ni comí NADA. Así de mal estaba. Y ni pensar en tomarme un remedio para sentirme mejor. La sola idea me daba náuseas. Así las cosas tuve que salir dos veces intempestivamente al baño a vomitar. Y estuve sentada no sé cuántas horas seguidas escribiendo, escribiendo, escribiendo. Me hicieron una broma y me puse a llorar. No fue la primera vez del día. Tampoco sería la última. Llegué a mi casa a las 21, derecho a la cama. A llorar. No sé qué diablos estaba pasando.
Sí sé que desperté el martes pensando, un poco angustiada, que no me había tomado tampoco los remedios de la noche. Whatever. No los tomo más, decidí.
Y en eso estoy. El miércoles partí a Temuco y volví hace unas pocas horas a Santiago. Y hace mucho, demasiado tiempo, que no me sentía tan bien.
¿Qué pasó? No tengo idea. Manejo algunas hipótesis pero no me la juego por ninguna. La cabeza anda casi perfecto, y la guata anda media rara, pero trato de no pescarla. Cinco días sin remedios. ¿Se habrá producido el milagro? Cruzo los dedos...

miércoles, 11 de noviembre de 2009

¿Y si rezo?

No, no es una burla. Ayer estaba hablando con una amiga que no había visto hace cientos de años. Obviamente, nos estábamos poniendo al tanto de nuestras vidas. Y en la mía, el dolor de cabeza juega un rol esencial. Me preguntaba, lo mismo que hace todo el mundo, si había probado tal o cual cosa. Yo le decía que sí. "Lo he hecho todo", le explicaba, tomándolo un poco a la ligera porque la verdad es que el tema me agota.
Siguió insistiendo, hasta que lanzó "¿has rezado?".
Chuta, me mató con eso. No. No lo he hecho. Ni siquiera lo había pensando. No se me había ocurrido nunca pedirle a Dios que me curara. No sé por qué. Es tan obvio. No soy intensamente religiosa, pero creo. Claro que creo. Creo en el todo. Creo en cada uno. Creo en mí. Y sin embargo no recuerdo la última vez que recé. Si sé que cuando lo he hecho no es para pedir cosas para mí. Me carga andar de víctima por la vida. Incluso con Él. No me gusta que sepan que soy débil.
Cuando llegué a mi casa, me dormí sin recordar que había decidido intentarlo. Porque sé que definitivamente no iré a los imanes ni probaré con la desintoxicación de colón. Pero rezar es algo que me hace sentido absolutamente. No sé por qué no lo había hecho antes.
Desperté a las 5:30 y entable una conversación de aquellas con Dios.
Veremos.

jueves, 29 de octubre de 2009

Desintoxicándome

Finalmente mi psicoanalista me aprobó. O sea, hay material suficiente en mi psiquis como para hacer una intervención terapéutica. Ouch. Da un poco de miedo. ¿Para qué empezar a urgar en cosas que, por supervivencia, mi inconsciente tiene bien guardadas? Uff, es difícil. Porque me puedo enterar de verdades que prefiero no conocer, porque quita tiempo (la idea eran tres sesiones por semana, al final acordamos dos), y plata. Haaarta plata.
Pero más se perdió en la guerra (y en los miles de remedios que tomo cada día hace más de un año, que más que quitarme los dolores me quitan cientos de lucas).
Así que la decisión fue la siguiente: darle con todo al psicoanálisis y dejar los remedios. Es que claro, tengo un buen sueldo y soy soltera, pero hey, como me enseñó mi padre, la plata no sale de los árboles (bueno, él lo decía de una manera un poco más grosera, pero no viene al caso citarlo textualmente).
Y lo de los remedios pasa también porque no me han servido demasiado y sus efectos indeseados son, duh, realmente indeseables: un calor insoportable (bochornos que le llaman), andar más lesa de lo común, y engordar un par de kilos que no me faltan.
Así que a darle con eso.
A ver cómo me va.

lunes, 5 de octubre de 2009

¿No califico?

Hoy día empecé con mis sesiones de psicoanálisis. Después de haberlo probado casi todo, no tengo nada que perder intentándolo una vez más. Siento que aunque los tratamientos fallen una y otra vez jamás podré dejar de hacer algo que me pueda ayudar, aunque no le tenga tanta fe. Eso sí, siempre que sean recursos al menos, pseudo científicos. Estoy segura que no llegaré nunca a tomar de mi propia orina o a ponerme abejas para que me piquen en el cuerpo, pero hey, si algo me ha enseñado esta enfermedad o "condición" es a no decir "de esta agua no beberé".
La sesión con la psicóloga estuvo bien. Me preguntó por qué iba y le expliqué que podría ser que mis dolores crónicos sean tensionales, aunque yo desconozco la causa de esa "tensión". Entonces la idea era ver si ella me podía ayudar a encontrar si había "algo" en mi inconsiente que yo estuviera suprimiendo y que al no ser capaz de racionalizarlo, lo estuviera expresando en migrañas.
Estuvimos hablando una hora y finalmente me dijo "bueno, tendré que seguir haciéndote un par de entrevistas más para ver si procede la terapia".
¿¿¿Quéee? O sea, ¿tal vez no califico?
Pff. Si los dolores no tienen una causa orgánica ni otra psicológica entonces ¿qué hago? ¿Me corto la cabeza?
No. No me voy a acostumbrar al dolor. No tengo ninguna intención de que las migrañas se conviertan en quien soy.
Esto es algo pasajero, que se está extendiendo demasiado, pero es pasajero. Tiene que serlo...

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El drama de la empaná

Desde los 12 años soy vegetariana. Algo que debería incumbirme sólo a mí, pero que a la gente le pone sumamente nerviosa. En estas fechas, se convierte en todo un tema a analizar. Son las fiestas patrias y los chilenos celebramos con carne, mucha carne. Y vino, obviamente. Hoy en la oficina tuvimos un pequeño vituperio. Que le llevaba empanadas y vino. Como la Catalina (la niña problema en estas situaciones) es vegetariana, hay que comprar de queso también. El drama es que la Catalina descubrió hace un par de semanas que el queso es nefasto para sus migrañas. Come un poco y boom, el dolor empieza.
Entonces figurábamos todos en la oficina y mi jefe, amorosamente, se acerca y me dice "viste, compramos de queso para ti". Y yo, ¿damn qué hago? No me gusta hacer sentir mal a la gente y yo sabía que se habían complicado por la famosa empaná. No había salida. No me puedo convertir en la niña que no come carne, ni queso, ni salsa de soya, ni lácteos, ni naranjas, ni plátanos, ni comida china. Odio ser un cacho.Y me engullí la empaná, sabiendo que con cada mordisco que daba, empezaba la fiesta eléctrica en mi cerebro.
Bueno, así es la cosa. Uno toma decisiones. Malas o buenas. Y aquí estoy. Escribiendo esto, con dolor de cabeza. En fin.

martes, 15 de septiembre de 2009

Ay que estrech

Aprovechando que ésta es una semana de vacaciones para muchas personas, pensé que a lo mejor podía tener suerte y adelantar mi hora con el neurólogo. Es difícil, el hombre tiene copada la agenda con meses de anticipación. Pero lo logré. Uff. Me dolía harto la cabeza, lo que fue bueno porque me resultaba más fácil manifestar lo que estaba sintiendo y decirle lo frustrada que estaba. Hoy se cumplía un año exacto desde la primera vez que nos vimos. Y ambos reconocimos que no se había avanzado demasiado. Volvió al asuntillo aquel de que los dolores son "mentales". Preguntas sobre el estrés, mi pega, mis amores, la relación con mis papás y yatayatayata.
¿En verdad las migrañas son porque estoy "tensa"? ¿Cómo puede ser que yo misma me esté provocando esta agonía?
A fin de cuentas, parece ser que son dos cosas: dolores de cabeza tipo migraña y otros tensionales. Los que más se repiten son estos últimos. Prácticamente todos los días. Me examinó nuevamente, todo en orden. Sé que a otros enfermos de dolores crónicos les pasa algo parecido, desean que un examen salga malo, que haya un tumor o cualquier cosa, pero que sea ALGO. Físico, orgánico, biológico. Porque es tan odioso tolerar esa mirada condescendiente de los demás. "Tienes que aprender a relajarte pues negra" o "Tienes que ganarle a esos dolores de cabeza".
Cómo si fuera todo un invento mío. Ya no sé.
El doctor me recetó sesiones de kine porque tengo el cuello agarrotado, producto de esa "tensión" que externaliza mi cuerpo, pero que no pasa por mi mente. LO JURO SEÑORES. Soy nerviosa, de repente siento un poco de angustia, las cosas tristes me dan pena, los plazos a veces me alteran, pero nada demasiado fuera de lo común.
Cuando le expresé esto al doctor, dijo que tal vez sería buena idea hacer terapia con orientación psicoanálítica. Tal vez mis "problemas" están ocultos en mi subconsciente.
Qué más da, creo que le daré una vuelta.
Estoy frustrada. Enormemente frustrada. Y ahora tengo rabia y pena. Tú también lo estaría si despertaras cada día con dolor de cabeza.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Perdón, ¿qué me dijo?

Pero claro que me he dado cuenta. No necesito que ningún estudio científico me muestre cómo los distintos fármacos que tomo, o que he tomado en algún momento, afectan mi capacidad cognitiva. O mi inteligencia. En lo primero que lo empecé a notar fue en mi ortografía. Hace un año, cuando empecé con Topamax me di cuenta que había perdido esa aptitud, de la cual solía vanagloriarme. Pésimo, para alguien que se desempeña en el periodismo escrito como yo. Nunca antes había tenido que usar correctores de ortografía antes de entregar un artículo. He tenido que ir acostumbrándome.
Después, me di cuenta de que otra de mis "chorezas" (una memoria increíble, capaz de retener hasta olores y sonidos y que me convertía en una persona insoportable para mucha gente), había empezado a fallar.
Bueno, supongo que todo sea por el bien mayor (poner fin a los dolores crónicos). Aunque en períodos oscuros como estos, pienso que la verdad no se está cumpliendo el objetivo. Y dan ganas de mandarlo todo a la cresta.
En fin. Tendrán que quererme así como soy ahora, gracias al topiramato y el ácido valproico. Más tonta y más gorda.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Córtenme la cabeza, ¡¡por favor!!

No sé en verdad cuándo empezó esto. Sí sé cuando se hizo intolerable. Hacia fines de 2007 los dolores de cabeza empezaron a repetirse día tras día. Es la época con mayor presión de trabajo en el diario, y claro, uno tiene que rendir. Porque los periodistas tenemos algo que en otras profesiones no existe: la hora del cierre (booooom). Esto significa que en determinado momento tienes que entregar sí o sí tus crónicas. La prensa no espera a nadie, menos a mí.
Recuerdo esos días con un poco de angustia. Métale Migranol pa' dentro. Hasta cuatro, de un un puro trago. A veces parecía drogada (claro, lo estaba), me costaba entender lo que me decían y mis ojos no enfocaban bien. Si tenía suerte, podía ir al auto a dormir algunos minutos.
Y luego a seguir escribiendo.
A fines de enero, mi pololo me pateó, lo que para los decenas de terapeutas que trataron de ayudarme después era LA razón de mi mal. No lo era. Pero claro, todos veían en el dolor de cabeza la expresión más evidente de mi corazón roto. Nadie quiso creerme cuando les decía que una cosa no tenía nada que ver con la otra.
Así, en una voragine que hoy me cuesta narrar porque la veo pasar de manera un poco borrosa por mi mente, empecé con todo tipo de tratamientos. El 2008 fue el año de los anitdepresivos, los sedantes, los antiinflamatorios, el profenid y los corticoides a la vena, los antiepilécticos, la desesperación....
Tres neurólogos, una acupunturista, un psiquiatra, un quiropráctico, un experto en reiki, terapeuta en flores de Bach y el profesional de la medicina cuántica (sí, eso existe), todos trataron de ayudarme. Nadie lo logró completamente.
¿Estoy mejor? No. Supongo que al final tuve que aceptar que estos dolores son parte de mí y no me van a quitar la posibilidad de vivir mi vida como yo quiero. La que sigue en control sigo siendo yo. Pero no es fácil. Me desanimo y el espíritu me flaquea, lo que duele más que la cabeza misma. Sentirme impotente. En estos ya casi dos años he aprendido a convivir con mis dolores crónicos de cabeza, con sus períodos malos y los no tan malos, y lo escasos, pero tan increíblemente valorados, días en que mi cabeza está fresca y despejada.
Empecé este blog porque, como reportera que soy, he investigado todo al respecto. Y finalmente, cuando sabes que tu "caso" no tiene mucha solución, porque nadie tiene demasiado claro qué es ni qué lo origina, te das cuenta que lo mejor es poder compartir con gente a la que le pasa lo mismo que a ti. Los que padecemos de esto sabemos mucho más que los expertos. Y es importante poder compartir esa información.
Para eso está bitácora. En inglés hay bastantes, pero no encontré ninguna en español.
Ojalá podamos hacer una comunidad y ayudarnos. Ojalá, sin quejarnos demasiado. Es como es. Aceptar y seguir adelante.