miércoles, 16 de septiembre de 2009

El drama de la empaná

Desde los 12 años soy vegetariana. Algo que debería incumbirme sólo a mí, pero que a la gente le pone sumamente nerviosa. En estas fechas, se convierte en todo un tema a analizar. Son las fiestas patrias y los chilenos celebramos con carne, mucha carne. Y vino, obviamente. Hoy en la oficina tuvimos un pequeño vituperio. Que le llevaba empanadas y vino. Como la Catalina (la niña problema en estas situaciones) es vegetariana, hay que comprar de queso también. El drama es que la Catalina descubrió hace un par de semanas que el queso es nefasto para sus migrañas. Come un poco y boom, el dolor empieza.
Entonces figurábamos todos en la oficina y mi jefe, amorosamente, se acerca y me dice "viste, compramos de queso para ti". Y yo, ¿damn qué hago? No me gusta hacer sentir mal a la gente y yo sabía que se habían complicado por la famosa empaná. No había salida. No me puedo convertir en la niña que no come carne, ni queso, ni salsa de soya, ni lácteos, ni naranjas, ni plátanos, ni comida china. Odio ser un cacho.Y me engullí la empaná, sabiendo que con cada mordisco que daba, empezaba la fiesta eléctrica en mi cerebro.
Bueno, así es la cosa. Uno toma decisiones. Malas o buenas. Y aquí estoy. Escribiendo esto, con dolor de cabeza. En fin.

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