viernes, 27 de noviembre de 2009

Ayúdame Freud

Partí la semana en el infierno. El lunes fue el día más horroroso del que tenga recuerdos en mucho tiempo. A las 4 AM se hizo presente. Ella. La jaqueca. Doña Jaqueca. Pensé que mejor le daba un rato, que durmiendo se me quitaría, pero no. Cuando ella quiere hacerse sentir, no hay mucho que yo pueda hacer. Ya a las 7 AM me tomé el que pensé sería el primer migranol del día. Me desperté de nuevo a las 8 y ella seguía. Y estaba manifestándose de una manera casi rabiosa. Tenía asco, dolor de guata, arcadas, uff. A las 10:30 tenía hora con la psicológa y me sentía tan como la mierda que no me decidía a levantarme. Sabía que tenía que hacerlo, me tocaba cierre y tenía que adelantar dos más para el martes. Finalmente me levanté y por primera vez en un año no pude tomarme los remedios de la mañana (son como 5, entre alópatas y alternativos). Era algo más fuerte que yo. Sé que cuando no me los tomo me voy a la mierda, pero estaba en un punto tan bajo que, francamente, no podía ser peor. Sentía asco. No quería volver a tragar algo nunca más en mi vida. Era una repulsión que iba mucho más allá del dolor de guata que sentía. Franco rechazo. En la ducha empezaron los primeros vómitos de la jornada.
Llegué no sé cómo a la consulta y nada. No sólo me sentía mal físicamente sino que andaba híper sensible. Me lo lloré todo. Puras tonteras, obviamente. Partí al diario y me quería borrar por completo. Pero no podía. Es que claro, mi trabajo es exquisito porque no tiene horarios y puedo manejar mis tiempos más o menos a mi pinta. Pero cuando tienes que cerrar, tienes que cerrar. Y ese maldito lunes no podía hacer nada. Ni siquiera las cosas que me gustan. No tomé café, ni fumé, ni comí NADA. Así de mal estaba. Y ni pensar en tomarme un remedio para sentirme mejor. La sola idea me daba náuseas. Así las cosas tuve que salir dos veces intempestivamente al baño a vomitar. Y estuve sentada no sé cuántas horas seguidas escribiendo, escribiendo, escribiendo. Me hicieron una broma y me puse a llorar. No fue la primera vez del día. Tampoco sería la última. Llegué a mi casa a las 21, derecho a la cama. A llorar. No sé qué diablos estaba pasando.
Sí sé que desperté el martes pensando, un poco angustiada, que no me había tomado tampoco los remedios de la noche. Whatever. No los tomo más, decidí.
Y en eso estoy. El miércoles partí a Temuco y volví hace unas pocas horas a Santiago. Y hace mucho, demasiado tiempo, que no me sentía tan bien.
¿Qué pasó? No tengo idea. Manejo algunas hipótesis pero no me la juego por ninguna. La cabeza anda casi perfecto, y la guata anda media rara, pero trato de no pescarla. Cinco días sin remedios. ¿Se habrá producido el milagro? Cruzo los dedos...

2 comentarios:

  1. Encontre tu blog hurgando en el facebook, ya que por curiosidad, busque "Migraña" entre los grupos...Tengo 16 años, y toda mi vida tuve dolores demasiado fuertes, pero ya hace dos que el señor dolor viene acompañado por vomitos, intolerancia a la luz, y otras cosas que ya debes conocer que no me permiten vivir un vida del todo normal...No se si esto puede ayudarte, no se porque te estoy comentando, pero me hace bien saber que no soy la unica que pasa por esto, y que somos demasiados...Estoy harta de que se rian, de no poder vivir una vida normal, y que me mediquen, pinchen y no me encuentren/solucionen nada! Pero bueno. Tengamos fe, todo algun dia se termina..."No hay mal que dure 100 años"
    Mucha suertee!

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  2. siento que lo peor de esta "condición" es la incomprensión. gente que piensa que, o estás exagerando o es "tensional" u otra forma elegante de decir que te lo inventas.
    nadie sabe nada, hasta los doctores que te tratan de ayudar son superados por el tema. y al final uno termina aguantándose, porque tampoco puedes jugar de víctima todo el rato.
    tengamos fe!!

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