martes, 20 de abril de 2010

Burros verdes

Bue, si en verdad esto de los dolores crónicos de cabeza es un asunto psicosomático, no vamos a avanzar mucho si no atacamos el soma, ¿verdad? Es lo que siempre había dicho, pero nadie me había dado mucha pelota. Hasta ahora. Con la dentista experta en dolor miofacial empezamos a trabajar los famosos puntos de gatillo (alojados en mi cuello y trapecio) con agujas. Mejoró un poco la cosa, pero no demasiado. Hasta que empecé con la kinesioterapia. La gurú del asunto se llama Marcela Palma, y trabaja en Kinex (si es farandulero ya sabrá usted que el dueño es el ex de Marlen Olivarí. En fin).
Llevo seis sesiones y ha habido un cambio importantísimo. Me masajea con tanta intensidad que veo burros verdes y me corre una que otra lágrima. Pero me aguanto.
Fisiológicamente la explicación es más o menos esta: tengo unas contracturas severas en varios puntos de mi espalda, las que impiden que llegue una correcta oxigenación al cerebro. Thus, me duele la cabeza. ¿Cómo se formaron esos "nudos"? Ni idea. Puede ser por mala postura o quizá se debe a que, efectivamente, cuando me pongo nerviosilla tiendo a apretar el cuello. El asunto ahí lleva años y años y pasó a involucrar la cabeza. Siendo éste el dolor más invalidante, mi cuerpo se olvida que también le duele la espalda y el cuello. Entonces, ahora que hemos ido aflojando, el dolor de cabeza ha disminuido y bue, el de cuello ha aumentado. No me voy a quejar. Eso sí que no.
La cosa es que la kine ha logrado que el dolor más persistente que tenía (la sensación de despertar todo los días con los sesos revueltos, como si hubiera estado en una montaña rusa nocturna), haya bajado increíblemente su intensidad. Las jaquecas, bue, eso es harina de otro costal. Lo bueno es que ya estoy siendo capaz de identificar qué cosas me la provocan. A saber: el queso, el plátano, y el carrete (aunque no me tome ni la molestia). But hey, I can deal with that. Lo importante es que la molestia crónica está empezando a ceder. Y gracias al trabajo con el cuerpo y no con el cerebro. Lo que no quita que haya algunas cosas psicológicas que deba trabajar y estamos en eso (en rodaje, no apurar).
Ha sido genial también liberarme de los fármacos que involucraban mis neurotransmisores, algo que siempre me aterró un poco por su efecto en mis capacidades cognitivas (y también en mis caderas, para qué estamos con cosas).
Estoy optimista. Siento que realmente por aquí va la cosa.
Ojalá así sea. Stay tuned.