domingo, 3 de enero de 2010

El club de las 3 am

De un tiempo a esta parte, ya no duermo. Evidentemente, escribo esto en una noche de desvelo. Creo que el asunto empezó cuando dejé los remedios, algo de lo que no me arrepiento. Pero admito que la cosa ha traído consecuencias desgradables, como la enfermedad del no sueño. No me preocupa demasiado, todavía. He dormido tanto a lo largo de mi historia que estoy segura que tengo suficientes horas a mi favor como para no volver a hacerlo en toda mi vida (que esperemos, será larga. Y próspera, sino para qué).
Todas las noches, absolutamente todas, me despierto a las 3 am (generalmente a las 3:15, pero esto puede variar). No importa si me he dormido a las 8 de la noche o a las 2:30 de la mañana. Siempre es lo mismo. Lo que a veces cambia es el si vuelvo a quedarme dormida relativamente rápido, o cuando, como hoy, no puedo hacerlo por varias horas.
El asunto no me afecta tanto, porque a la mañana siguiente no ando cansada. Al contrario, mi recién adquirida calidad de insomne hace que la levantada de la mañana sea mucho más amigable.
Pero me jode, obviamente. Así como me jode que desde hace como al menos un mes ya no tengo ganas de comer. Ahora, eso sí que es raro. Como sólo cuando debo hacerlo y siempre, siempre, acompañada de una sensación de asco que dura varias horas. Ya ni siquiera me emociona el café o la coca light. Con agua estoy piola. A veces. El lado positivo es que el sapo que se había apoderado de mí cuando empecé con el Valcote ER me está abandonando.
Pero es raro. Todo esto es muy raro.
Otra buena nueva, es que ya casi se acabaron los lapsus. Las conexiones cerebrales seguramente se están restaurando y mi cabeza y mi boca están comenzando a coordinarse nuevamente.
¿Lo de la ortografía? Creo que ahí el deterioro ha sido irreversible. Y me da pánico (cuando pienso en ello, algo que trato de hacer lo menos posible). Simplemente ya no puedo escribir ni la más básica de las palabras. Herencia del Tontomax.
Whatever.